Antes de comenzar con las posibles combinaciones de los colores cálidos es esencial definir cuáles son aquellos colores que se encuentran dentro de esta categoría. Como regla general, un color se define como cálido o frío según la sensación de temperatura que transmiten, la cual será percibida por el ojo humano y luego decodificada e interpretada por el cerebro.
Una paleta de colores cálidos resalta principalmente por su condición acogedora y estimulante, y se utilizan principalmente para proyectar alegría, energía, calidez, pasión, cercanía e intimidad.
Los colores cálidos son una gran alternativa en el diseño ya que pueden modificar cualquier ambiente con su fuerte presencia. Es recomendable que los cálidos más claros se utilicen en espacios donde haya una necesidad mayor de obtener luminosidad, y los cálidos más oscuros en aquellos donde se desee crear una atmósfera con más carácter.
Gama de colores cálidos
El abanico de colores cálidos abarca desde el rojo al amarillo, pasando por naranjas, marrones y dorados. Y dentro de esa clasificación, cuanta más cuota de rojo tenga un color en su estructura, más cálido será, siendo que este color es considerado el más cálido de todos.
Está comprobado a través de infinidad de estudios el efecto que ejercen los colores sobre nuestro cuerpo, y especialmente, sobre nuestra mente. La colorterapia es la disciplina que analiza cuáles son las propiedades de cada color, y cuál es el impacto emocional que genera en nosotros. Analicemos en detalle las capacidades de la tonalidad cálida por excelencia: el rojo.
Representa la energía y la pasión. Es una gran herramienta para transmitir vitalidad a los ambientes, por lo que se sugiere reservar este color para las áreas de trabajo y no utilizarlo dentro de un dormitorio, ya que probablemente dificulte el descanso. De todas maneras, si se incorporara en dosis más pequeñas, como en elementos decorativos de menor tamaño, como es el caso de los almohadones, puede generar un efecto elegante muy atractivo.
Otros colores cálidos destacados
Para poder elegir el color cálido que resulte más conveniente, según lo que se quiera transmitir en el lugar, es necesario conocer las propiedades estimulantes más representativas del resto de ellos.
El color amarillo es sinónimo de optimismo y alegría, por lo que genera un efecto antidepresivo que invita a la comunicación. Por su luminosidad es un color que puede adaptarse fácilmente en cualquier espacio de la casa, purificando el ambiente. El color naranja estimula la creatividad y el apetito, y aumenta la confianza y la energía, entre otros atributos. Al ser uno de los colores que más nos recuerda al otoño nos transmite también el calor de hogar.
Por último, los colores marrones, tostados o dorados provocan seguridad, confort y equilibrio. Dentro de los tonos cálidos es el que puede ser considerado más neutro, por lo que puede fusionarse con cualquier otro color.
Mezclar colores cálidos entre sí
Los colores más atemporales dentro de los cálidos son los que nombramos como neutrales, como el ocre, el arena o el beige. Ellos permiten crear espacios clásicos que pueden combinarse sin dificultad, y así crear un balance en el resultado. Es importante que la mezcla entre ellos se realice de manera controlada para no sobrecargar el lugar.
Algunas de las uniones que se proponen son las del color naranja junto con el ocre y el amarillo, para traer el otoño al interior de nuestro hogar; otra opción posible es la del rojo más el salmón, generando un gran impacto en la resolución decorativa del ambiente; o, la última de las propuestas, la del bordó con el mostaza, para crear un espacio que destile elegancia.
Combinación con colores fríos
Para lograr un ambiente más equilibrado se puede también contrarrestar la intensidad de los colores cálidos al combinarlos con tonos más fríos. Y dependiendo la intención de efecto que se desea lograr existen distintas alternativas posibles de fusionarlos.
La primera de ellas es la de lograr un contraste, por lo que la sugerencia es combinar colores opuestos dentro del círculo cromático, cuidando que siempre haya uno con mayor presencia que el otro para no cargar demasiado el espacio. Por supuesto, siempre que se incluya en la mezcla a colores neutros, e incluso el blanco, se logrará aligerar la presencia de los dos opuestos.
Si, en cambio, se desea algo más mesurado, será mejor seguir el mismo concepto anterior, pero en lugar de elegir dos colores completamente opuestos se debe seleccionar un color determinado y luego los dos que se encuentran a ambos costados de su contrario, lo que asegurará que el color contrastante sea más moderado. En este caso, el consejo es elegir la tonalidad más clara para las superficies de mayor volumen, dejando el más llamativo para los complementos decorativos.
Otros manejos del color
En la búsqueda de un espacio armónico es una buena idea fusionar tres tonalidades consecutivas dentro del círculo cromático, pudiendo ser todos fríos, todos cálidos o una combinación de los dos. Como mencionamos anteriormente, siempre se debe elegir un color para que sea el protagonista y, en este caso, los dos colores restantes sumarlos en detalles de diseño, como podría ser un textil con estampa.
Otro recurso utilizado en el interiorismo es la paleta monocromática, es decir que, mediante la selección de un color, y resaltamos que es solo uno, se plasma en paredes, textiles y demás elementos, variando únicamente su intensidad.
