Azzedine Alaia creó una silueta femenina, que hasta entonces era materia de constantes correcciones y estrategias. Sus vestidos realzaban a tal punto el cuerpo que parecían cosidos sobre la piel, según la revista Women’s Wear Daily, en 1986. 

La devoción por las formas se tradujo en costuras aparentes, pinzas escultóricas y el juego con curvas que lograban la ultra femineidad. Su manera personal de mezclar el cuero con telas como la “broderie anglaise” y el encaje, el purismo de su trabajo sin caer jamás en la vulgaridad, su simplicidad y su conocimiento de las técnicas que hasta ese momento pertenecían a la alta costura, lo convirtieron en el mejor exponente de estos años. El propio Alaia, tunecino triunfante en París desde 1981, cuando diseñó ropa de cuero para Charles Jourdan, como el célebre tailleur negro con arandelas de metal, declaró que el vestido debía ser parte del cuerpo de una bella mujer, y que ésta debía “sentirlo como si fuera su propia naturaleza”. 

Siempre en estado de adoración del cuerpo femenino, obtuvo u premio del Fashion Institute of Technology de Nueva York, donde se destacó por un vestido color verde agua con costura circular que iba desde el cuello hasta debajo del pecho, modelando la figura desde una capucha hasta la traine posterior, como si fuese el cuerpo de una sirena. Un tailleur de Alaia llevaba falda corta, con cierre relámpago por detrás que iba desde la cintura hasta el dobladillo, y una chaqueta con costuras que redondeaban las curvas casi anatómicamente. 

Esta estética del modisto tunecino fue quizá la más copiada y desvirtuada a nivel popular. Las destrezas de forma y corte fueron posibles gracias a su habilidad, a los materiales elastizados usados y a las nuevas máquinas de coser aparecidas en los años ochenta. Considerado por toda la profesión de la moda como un maestro, Alaia era un perfeccionista, un gran técnico con sabiduría del corte y la materia y una pasión del “metier” que lo igualaba a Vlionnet y a Balenciaga. En la actualidad continúa siendo respetado, aunque voluntariamente -por no querer entrar en el sistema “triturador” de la moda- produce sus colecciones en series limitadas.

Thierry Mugler

Thierry Mugler enfatizó los hombros importantes y anchos en las chaquetas, ensambladas a faldas cortas y ceñidas, hiperfemeninas y muy sexys. Algunos críticos fueron categóricos al afirmar que las mujeres ejecutivas amaban ese look que les permitía echar abajo los clichés sobre la fragilidad y la pasividad femenina. Otros decían que era el momento del traje masculino al servicio de las mujeres. Se puede decir que la chaqueta o blazer de esta inspiración fue el comodín que acompañó todos los equipos. Sacos largos, espaldas cuadradas y poderosas delineaban cortes rígidos, con hombreras descomunales. Todo resumía el estilo del éxito, el dinero y el poder.

El look se completaba con faldas muy cortas y provocativas. Y también con trajes de noche, de telas fluidas y caras, que marcaban exageradamente el cuerpo y acentuaban hombros y escotes profundos. En los zapatos de tacos muy altos (stilettos) se advertía cierta violencia que dominó la moda de la segunda mitad de los ochenta. En realidad, la ropa seguía la forma de una silueta construida y dura, salida de los gimnasios donde se procuraba endurecer los músculos, adoptando posturas masculinas y dominantes. Muchos descubrieron que el contenido erótico sexual de la vestimenta ayudaba en las ventas, al igual que sucedía en la música pop, que se expresaba con una estética afín. Y surgieron, entonces, los modelos de mujer como émulos de Madonna, que resumía la tendencia en sí misma.

Las zapatillas, las babuchas y los zapatos de salón que diseñaba y fabricaba Manolo Blahnik se caracterizaban por los materiales finos y costosos que empleaba (brocados, terciopelos, cabritillas, adornados con incrustaciones de piedras preciosas), por sus fantásticas creaciones y por su calidad. Todos los pares de zapatos pasaban por cincuenta procesos de producción artesanal supervisados por él mismo. Actualmente, Madonna, Paloma Picasso y Bianca Jagger se cuentan entre sus principales clientas.