
Desde comienzos y a través de todo el siglo XX, la alianza del arte y la moda sólo se produjo en determinadas épocas. La más notoria sucedió en los años veinte, durante la primera posguerra, llena de entusiasmo en todas las áreas de la creación. En el inicio del siglo, artistas como Gustav Klimt y su mujer (Emilie Flöge) y otros miembros del Wiener Werkstate crearon sus propios modelos. Y en la Revolución rusa, artistas como Alexander Rodchenko crearon telas y modelos inspirados en el espíritu libre y práctico de la época. Antes, a fines del siglo XIX, el modisto Charles Worth y Paul Poiret, a principios del XX, encargaron al pintor Raoul Dufy pinturas y diseños textiles que inspiraron sus estilos novedosos.
Después, en plenos años veinte, Sonia Delaunay aplicó su técnica vanguardista de pintura a sus diseños de ropa. Casi en los mismos años, el movimiento modernista alemán de la escuela Bauhaus concebía una estética racionalista, acorde con su arquitectura de avanzada, para formas despojadas, según el mismo concepto, aplicadas al vestir.
Por su parte, los artistas surrealistas, como Dalí, colaboraron estrechamente con las alhajas y la ropa de Elsa Schiaparelli en los años treinta y cuarenta.
Dentro del clima estimulante de los años veinte, Sonia y Robert Delaunay, pintores de vanguardia, definían el sincronismo como expresión artística. Este lenguaje consistía en composiciones geométricas pintadas con colores vibrantes, que lograban rítmicos acordes a la época, dominada por la síncopa del jazz. Estas señales eran las que Sonia incorporaría a sus diseños, anticipándose al arte-moda que a lo largo de las décadas reflejó muchas veces el siglo XX.
En 1921, Sonia Delaunay se consagra al diseño de telas, a la vez que abría una boutique de ropa y un taller, donde trabajó con su propia estética. Formas simultáneas que sugerían movimiento, comparables a la “dinámica concepción del Universo”, como dijo alguna vez su creadora. Y también prefigura la moda del prêt-à-porter, que dominó en el siglo.
Decía Sonia: “La ropa, con las bases estéticas bien resueltas, y que resaltan la sensualidad, el atractivo visual y sus asociaciones libres, deberán ser estudiadas y puestas a punto, de manera que los industriales puedan fabricarlas y venderlas a precios moderados, gracias a las técnicas de producción. Así, la moda se democratiza y contribuirá a elevar el nivel general de la ropa masiva”.
Fueron famosos sus abrigos con guardas geométricas, de pesada lana tejida en telar, que llevaban, algunas veces, bordados con su temática, hechos a mano, como el que lució e impuso una excéntrica Nancy Cunard, en 1925.
Fue ella el prototipo de mujer emancipada, con fuerte personalidad, y la más notoria fanática de las vanguardias a la hora de vestir o inaugurar un estilo.
