
Mary Quant, Courrèges,Cardin, Rabanne Básicamente joven y con maneras transgresoras, amén de un flaco bolsillo destinado al gasto indumentario. La moda perdió, por primera vez en el siglo, su carácter elitista y se convirtió en un fenómeno de masas. En lugar de las grandes casas francesas, el mundo miró las vidrieras desprejuiciadas de Carnaby Street, en Londres. En esa calle nació el nuevo estilo. Impuesto por jóvenes creativos que hicieron vibrar lo que el mundo llamó el swinging London.
Vestidos de colores desafiantes como el fucsia y el amarillo chillón, combinados en faldas mini, con estampados futuristas, no florales, y con la geometría del opart. Los abrigos de falsa piel, audaces anteojos oscuros, tops de crochet, zapatos puntiagudos, bellbottom jeans y grandes bolsos, además de botas con aplicaciones de motivos florales.
El secreto de la descomunal expansión fue que tal estilo estaba basado en un precio accesible a todas las clases sociales y la ropa era confeccionada con materiales baratos, casi descartables, que inducían a la novedad constante y a los precios tentadores. Por eso, fue el momento clave para que boutiques. Esas tiendas eran de instante, el último grito de la moda. Esa forma de comercialización se mantuvo hasta nuestros días.
Mary Quant (n. 1934) fue la primera en darse cuenta del nuevo mercado joven, y con espíritu vanguardista. Decidió que vendería ropa divertida y liberada. Lanzó el “Ginger Group”, una colección de ropas baratas para ser coleccionadas pieza por pieza y poner toda junta en variaciones infinitas. Sin ningún conocimiento de costura, siguió cursos acelerados de corte y emprendió sus creaciones, sorteando todos los prejuicios.
El éxito fue tal que los clientes desvalijaban su boutique, obligándola a acrecentar cada semana sus stocks con novedades. En ese apremio nació una de las piezas claves de toda la mitad del siglo XX: la minifalda. El revuelo mundial fue grande. Dijo Mary Quant: “La apariencia de los adultos no me gusta, tienen algo de aterrador, mezquino, feo. Por eso quiero que los jóvenes tengan una moda para ellos”. En 1961, Quant produjo a gran escala sus minifaldas, y fueron cuestionadas solamente por André Courréges, quien proclamó en París su paternidad. “Yo fui el primero en inventar la minifalda. Mary Quant solamente la comercializó”, aseguró a la prensa especializada. Courrèges y el espacio Chanel, una vez más, se puso en contra. “Detesto la minifalda. Se pueden mostrar las nalgas, pero las rodillas, jamás”, confesó en una entrevista televisiva. Mary Quant no se inmutó ante las críticas. Solamente resumió: “No importa quién sea el inventor. Por mi parte, creo que ni yo ni Courrèges la hicimos, sino que la calle la concibió primero”. La polémica sobre la minifalda todavía se aviva por momentos, entre estudiosos de la moda.
En 1961, André Courrèges presentó sus primeras minifaldas, acompañadas por otras piezas de inspiración espacial. Los pantalones elastizados también blancos, y los mini tapados con dibujos futuristas y geométricos evocaban la carrera espacial. Vogue anunciaba, en 1961: “Las faldas de Courrèges son las más cortas de la costura francesa. El mensaje del modisto es muy audaz. Responde a una investigación científica que logra proporciones de una gran belleza matemática, de una novedad total”. En el mundo de la moda francesa empezaban a convivir el dobladillo cortisimo y el famoso largo, justo debajo de la rodilla, sacralizado por Chanel. Y algunos vestigios del que llegaba a media pierna, fiel a Dior y a Balenciaga y su alta costura. Nueva York imitaba a París. Gracias a la minifalda, las medias de todo diseño, color e inspiración eran la base del look.
El diario The International Herald Tribune, vocero mundial de las tendencias en los modos de vida, analizaba el fenómeno de las piernas descubiertas: “Las minifaldas nos muestran solamente piernas de niñitas, sin muslos ni pantorrillas. En consecuencia, una moda masiva en alza. Y también los estilos denominados baby doll, y su contrapartida, el aspecto andrógino, en los que el candor no excluía una dosis fuerte de sensualidad. Por su parte, los hombres adoptaron ropa cada vez más colorida y un estilo andrógino en busca de una estilización de los cuerpos. Cuando los Beatles empezaron su carrera, se vestían como rockeros.
El estilo modo cultivaba una apariencia conservadora, con acentos traídos de la sastrería de Italia o el estilo de sastrería clásica inglesa. Eran particularmente cotizados los sacos y chaquetas de mobair, el terciopelo y la ropa hecha a medida. La influencia de la ambigüedad sexual dentro de este estilo jugó, según algunos entendidos, un papel definido entre sus seguidores. Los mods,que se distinguían por la audacia de los colores y los estampados de su ropa, impensables dentro de la moda británica clásica, fueron reflejados por los Beatles, los Rolling Stones, Creamy muchos de los grupos ingleses de la época. Desde entonces, la cultura musical popular continúa ejerciendo influencias sobre la moda joven.
¡Por su parte, Barbara Hulanicki, dueña de Biba!, fue la opción luego de Mary Quant, desde su boutique londinense, con precios tan bajos que un equipo completo en su local valía lo que Mary Quant pedía por un vestido. Otros diseñadores ingleses de la época jugaron papeles importantes: Jean Muir y Ossie Clark, que llevaron a la versión elegante las tendencias vanguardistas de la calle, y Zandra Rhodes, una de las grandes transgresoras en su tratamiento del diseño textil,
El coiffeur Vidal Sassoon fue el que terminó de definir, dentro del estilo corto y asimétrico, la expresión mod, que completaría un maquillaje de base clara y rouge casi natural, con ojos muy delineados, con grandes pestañas postizas, como Twiggy. La modelo top Twiggy fue la mejor representante de aquel momento de la moda, con su cuerpo delgadísimo y su actitud infantil. Jean Shrimpton y Verushka fueron igualmente emblemáticas de esos días y reflejaban la imagen de fotógrafos como David Bailey, autor preferido en Londres por Mientras en Londres seguía el éxito del prêt-à-porter de “leader”de la moda mundial y el país más creativo del planeta, gracias a las camadas de diseñadores salidos de las escuelas de moda como el Royal College of Arts, en París se trataba de lograr un aggiornamiento. Desde luego, André Courrèges fue el más notorio precursor de las nuevas líneas. Pero Pierre Cardin, aires con sus colecciones, que no desentonaban con el desenfado, Kahn,Michele Rosier y Sonia Rykiel lograron una renovación de estilo.
