
Sin dudas fue Madeleine Vionnet quien descolló al contrastar la frivolidad con su rigurosa costura. Tan atípica como Poiret y Chanel, dejó atrás las odaliscas del primero y en cierta medida la mujer libre y práctica de Chanel. Vionnet encarnó el costado austero y ascético del oficio de la moda. El rigor por la alta costura fue su apostolado. La buena construcción de un vestido resultaba de su búsqueda constante de la adecuación del cuerpo tridimensional con el género, que debía ser elegido por su buena caída y el peso justo para cada modelo.
Vionnet pasó a la historia de la moda del siglo XX por su creación del corte al biés. A través de esa estrategia, logró la elasticidad primordial para sugerir el cuerpo femenino en total libertad mediante la fluidez de una amplitud calculada hasta el último centímetro.
A la excelencia del corte se suma la introducción de materiales como el crepe en sus diversas calidades: romain, marrocain, y georgette, muchas veces usados en doble faz, para lucir el contraste mate y brillante, y estrategias sabiamente calculadas, según fuera el modelo drapeado, plegado, fruncido o anudado.
Madeleine Vionnet también subrayaba e insistía en el ornamento del bordado, hecho a mano en el taller de Albert Lesage, lo máximo que se podía lograr en ese oficio. Lesage, a su vez, inventaba y aplicaba técnicas adecuadas a la ropa de Vionnet que pasarían a la historia. La más celebrada de ellas fue “vermnicelli droit fil”,una suerte de tallarín retorcido de forma tal que no contrariaba el corte al biés descubierto por la modista.
Entre los vestidos de Vionnet fue célebre la túnica inspirada en formas e imágenes tomadas de los dibujos de las primitivas vasijas griegas, donde se veían caballos en primer plano pintados en tonos de rojo, ocres y negro. El modelo Vionnet firmado en 1921 era un clásico.
En 1931, tomó de los frisos y bajo relieves griegos (que hasta hoy pueden observarse en el Museo del Louvre) el movimiento para faldas amplias, que cortaba al biés y a las que aplicaba paños flotantes que conferían liviandad y riqueza plástica a un vestido de noche.
Estaba confeccionado con crepe de seda natural blanca, y sus formas fluidas y sensuales fueron también la imagen de marca de Vionnet. La silueta esculpida, como los frisos griegos, inspiró de igual manera a Mme. Grès, quien a través de géneros dúctiles y mediante la técnica del drapeado será otro pilar de la alta costura francesa. Madame Grès fue una creadora “de culto”. Secreta y silenciosa, aplicó el drapeado a sus creaciones y cultivó el bajo perfil de esa especie de apostolado que practicaba también Vionnet en tiempos en que la costura era un arte aplicado y los creadores se consideraban arquitectos o profesionales formados en el arte.
