
En 1970, la moda americana aceptó a regañadientes el dobladillo de la moda, como lo dictaba Europa. Fue la causa principal para que las etiquetas triunfantes del momento (Bill Blass, Oscar de la Renta, Halston, Geoffrey Beene, James Galanos, entre otros), incluyeran el pantalón en todas sus colecciones. Los modistos evocaban a Greta Garbo o a Katharine Hepburn, quienes lo impusieron ya en los años treinta.
Comenzaron las marcas concepto o marcas producto, que regirán desde entonces.
Dos corrientes eran típicas de la época: el estilo masculino femenino y, por otro lado, la inspiración hollywoodense de los años treinta, como Halston.
A esto se sumaba cierta teatralidad étnica en el uso de los caftanes, djellabahs, fourreaux de telas fluidas, y para la moda hippie chic, las telas desteñidas con método artesanal tye and dye. Bull Blass cautivo a ejecutivas por su costado couture, mientras diseñadora inauguró en Manhattan la boutique London. Allí se compraba ropa muy sofisticada, con sentido del humor y disconformismo.
Betsey Johnson trabajaba en el lado opuesto. Esta joven Parafernalia, que siguió cultivando el espiritu del swinging Tapados de vinilo sobre suéteres con paillettes subyugaban a las jóvenes. Norma Kamali, dentro del mismo espíritu inconformista, insistió con gran éxito en la moda joven. Contrastando la teatralidad europea, en los Estados Unidos se abrió el camino a la simplicidad y un cierto tipo de minimalismo elegante.
Su primer impulsor fue Roy Halston, célebre por su despojamiento, al diseñar vestidos y túnicas simples de certero corte. Halston había elegido la costura luego de abandonar los sombreros, que declinaron en la década del sesenta. La influencia de Halston duró desde la segunda mitad de los sesenta, hasta el final de los setenta.
Su línea de prêt-à-porter se convirtió entonces en un símbolo de éxito social. La forma casi excluyente de su ropa fue tubular o en “T”, realizada en jersey, de colores vivos. Pero también trabajó en muselina de seda, o en cachemira, amén de gamuza. Todas esas texturas fueron emblemáticas de Halston y contribuyeron a su éxito. Líneas que coincidían con el despojamiento de Martha Graham. La genial bailarina le encargó la ropa para performances inolvidables de sus danzas y su ballet.
