Las faldas eran cada vez más cortas, pero siempre ocultaban las rodillas. Los vestidos tenían líneas rectas, que no marcaban el talle ni el pecho: apenas las caderas. Todos los cortes apuntaban a disimular las formas femeninas y acentuar el aspecto andrógino que tantas veces dominó la costura del siglo XX. Igualmente, la obsesión por parecer joven se vio no sólo en las líneas del nuevo vestuario, sino en la eliminación de toda referencia a las curvas. Se consagraron las túnicas derechas y fluidas, conjugadas junto a las célebres melenitas con nuca despejada.

Aparecieron los trajes sastre para que usara la mujer que trabajaba en la ciudad. Los vestidos de una pieza, por su parte en realidad, túnicas cortas o largas se reservaban para la noche. Los géneros funcionales y prácticos guiaban el movimiento del cuerpo, lanzados por Chanel, como el jersey e hicieron furor. Para la noche: los géneros como el lamé dorado, el satín, los bordados con perlas, el raso con bordes de piel, además de los tapados de armiño, Marta Cibelina o chinchilla.

Los zapatos de raso con hebillas llamativas y taco carretel eran menos acentuados que a principio de siglo. Marcaban la diferencia entre el vestuario diurno y el nocturno. Todo estaba calculado para descubrir mucho más el cuerpo femenino, al tiempo que lucir nuevas líneas modernas. En la mano, suntuosas boquillas para fumar se destacaban por su diseño logrado con oro, marfil o carey. 

Sobre la cabeza se llevaban vinchas con piedras y bordados, a veces con una pluma (aigrette) en el medio.

El abanico-muy sofisticado y hecho de plumas de avestruz o de seda pintado por artistas de vanguardia-era otro accesorio que definía la época. Simultáneo “à la garçonne”, el pelo continuó con el estilo paje, inmortalizado por la actriz Louise Brooks como el colmo de lo excéntrico y elegante.

El maquillaje enfatizaba los ojos, pintados de negro, y los labios muy rojos, delineados en forma de corazón para hacerlos pequeños. La etiqueta que impulsó el estilo sport fue la de Jean Patou, en géneros ricos como el crepe e inspirado en el vestido, sweater del golf y el tenis. Incluyó guardas geométricas en los puños y el talle bajo para contrastar la sencillez del modelo. Jeanne Lanvin era la elegida para la noche por la pureza de sus líneas y el gusto por los materiales fluidos y transparentes, como la gasa y sus diversas alianzas.