
Una vez más, como a principios del siglo XX, la guerra modificaba la moda. El racionamiento de todo, incluso de las telas para vestidos y ropa en general, llevó a redactar códigos especiales para la fabricación de la vestimenta. Los bordados y las pieles quedaron casi prohibidos. Los trajes sastre tenían un aire militar con hombreras altas que le daban un toque masculino.
Las casas de alta costura, francesas en su mayoría, cerraron sus puertas. Elsa Schiaparelli diseñó una última colección especial para tiempos de guerra. Consistía en pantalones y chalecos con infinidad de bolsillos y mecanismos transformables en casos de urgencia, que permitían llevar encima lo necesario cuando se debían abandonar las casas.
La improvisación y la imaginación surgieron entonces, con astucias hoy legendarias, como las de las mujeres que, al no tener medias de seda disponibles, dibujaron con lápices para cejas la costura de sus medias.
Aparecieron, además, sombreros exagerados y graciosos, para aventar la negrura de la guerra.
Nidos de pájaros, hechos con materiales alternativos, eran los más comunes. Pero también resucitaron los turbantes que Poiret
había hecho célebres, y que esta vez les permitía a las mujeres esconder cabelleras dañadas y faltas de coiffeur.
Salvatore Ferragamo
Las famosas sandalias de plataforma creadas por Ferragamo en 1938, llamadas “el zapato de los sueños”, eran de cuero dorado con degradé de gamuzas rojas, verdes, naranjas y grises.
La moda americana
Sin embargo, la moda de posguerra más interesante fue producida en Nueva York. La ropa creada por Charles James y Claire Mc Cardell merece citarse para destacar la originalidad y la elegancia independiente de sus etiquetas.
Charles James, modisto itinerante entre los Estados Unidos y Europa, define en su ropa un concepto escultural de la moda. Cada uno de sus vestidos, en 1944, anticipó la silueta de posguerra, que luego concretaría Dior, en su “new look”. Hoy, su más recordado hallazgo son las chaquetas cortas acolchadas hechas en satén.
Por su parte, Claire Mc Cardell diseñó, en 1945, lo que ella llamó el “vestido del futuro”, confeccionado en sbantung marrón, de carácter informal. Consistía en dos triángulos enormes que se ataban en el cuello, adelante y atrás.
